Río Guadiana



El Guadiana es uno de los ríos más importantes de la Península Ibérica. Durante el periodo de dominio romano, este río separaba las provincias Baetica y Lusitana, y es citado por el cronista Plinio en su obra Historia Natural.

Divide a lo largo de su curso bajo a España de Portugal, desembocando entre la localidad onubense de Ayamonte y la portuguesa de Vila Real de Santo António.

Nace en las Lagunas de Ruidera. Atraviesa terrenos muy permeables, por lo que llega a desaparecer y reaparecer en unos pequeños manantiales llamados Ojos del Guadiana. Los principales afluentes son: por la margen derecha (por el Norte), el Cigüela; al que tributa también, el Záncara y el Riánsares. Por la margen izquierda (Sur), el Azuer, el Jabalón, y el Zújar.

Al río Guadiana cuyo antiguo nombre latino es Anas, al que los Árabes añadieron la palabra guadi (Wadi), que significa río, se le considera dividido, desde su origen hasta la desembocadura en el Océano Atlántico, en dos grandes tramos, perfectamente distintos bajo el punto de vista geográfico: El Guadiana Alto y el Guadiana propiamente dicho.

El primer tramo, que tiene una longitud de unos 76 Kilómetros comprende desde su origen hasta un punto situado a 23 kilómetros aguas abajo de Argamasilla de Alba, donde puede decirse que desaparece la corriente superficial.

El segundo tramo o Guadiana propiamente dicho, comienza en los llamados Ojos del Guadiana, en término municipal de Villarrubia de los Ojos, a una distancia de su aparente desaparición de unos 26 kilómetros, hasta su desembocadura en el Océano Atlántico por Ayamonte (Huelva), después de haber recorrido unos 744 Km.

Los geógrafos siempre han discutido la cuestión del nacimiento del río Guadiana. Algunos afirmaban que el Guadiana se formaba en la unión de los ríos Gigüela y Záncara; otros que el origen del Guadiana estaba en las Lagunas de Ruidera, enclavadas en los confines de las provincias de Ciudad Real y Albacete, denominándolo Guadiana Alto, y que enseguida "se esconde siete leguas bajo tierra", para luego reaparecer en los llamados Ojos del Guadiana.

Tampoco han estado de acuerdo los geógrafos respecto al punto de nacimiento del Guadiana Alto, pues algunos lo atribuyen al río Pinilla, que deja sus aguas en la Laguna Blanca. A partir de esta laguna, que es la primera del grupo de las 15 que forman las Lagunas de Ruidera, es donde el Guadiana Alto presenta ya un cauce definido.

Desde la citada Laguna Blanca, a 895 metros de altitud, el cauce se ensancha, formando un encharcamiento pantanoso que se le denomina Lagunazo del Guadiana, hasta llegar a la laguna Conceja. Siguen después las lagunas Tomilla, Tinaja, San Pedro, Taza (desecada donde se plantaron pinos y se instaló un camping), Redondilla, Lengua, Salvadora, Santos Morcillo, Batanera, Colgada y Laguna del Rey, que forman una serie de lagos a distintos niveles, formando saltos de 2 a 9 metros con altura variables, a través de presas naturales. A la salida de la Laguna del Rey, se precipitan las aguas por un salto denominado "El Hundimiento", de 24 metros de altura, entrando el río en un ensanche pantanoso hasta llegar a la Morenilla, a la que sigue la laguna Coladilla, con poco desnivel de una a otra, y por último la laguna Cenagosa a 760 metros de altitud, con un salto de 9 metros.

El agua va saltando de cada una de las lagunas a la siguiente, formando escalones en una longitud de unos 14 Km. y recibiendo aportaciones de los valles secundarios.

A partir de la última laguna, el terreno se abre notablemente hacia la inmensa llanura Manchega, por la que se deslizan las aguas del Alto Guadiana y empiezan a desaparecer totalmente entre juncos y espadañas en el paraje de Villacentenos, próximo a la antigua estación de ferrocarril de Marañón, en el término municipal de alcázar de san Juan, recalando en el gran embalse subterráneo llamado acuífero 23.

El sistema acuífero 23, se localiza íntegramente en la cuenca del Guadiana, y ocupa una superficie de unos 5.000 km2., de los que aproximadamente un 80% son de la provincia de Ciudad Real y el resto se reparte entre Albacete y Cuenca.

Algún geólogo ha dicho que "el páramo manchego es un depósito grande de caliza pontiense que los ríos que llegan a esta gran cazuela, procedentes de Cuenca, Campo de Montiel y Ruidera, con su escaso caudal, terminan por sumirse y desaparecer lentamente, formando un inmenso embalse subterráneo alojado en las fisuras de las rocas".

De este modo resulta que la llanura manchega es un enorme depósito subterráneo de agua, que hasta ahora ha servido para satisfacer muchas de sus necesidades agrícolas y urbanas, atendidas hoy por grandes sondeos y enormes artilugios para elevar el agua; otrora, por numerosas norias y algún pozo artesiano, y en numerosos casos salida de los manantiales a pie.

El acuífero 23, como cualquier otro acuífero, es como una despensa subterránea cuyas existencias de agua están en función del régimen de entradas y salidas. Está formado por los huecos, poros o fisuras existentes en las rocas del subsuelo más o menos saturadas de agua, alimentado o recargado de forma natural, normalmente procedente de infiltración directa de las aguas de lluvia, de los ríos, o de otros acuíferos, con unas salidas o descargas naturales, como eran los Ojos del Guadiana, y otros manantiales, cuyo volumen de agua almacenada no experimentaba variaciones, ya que las salidas de agua estaban en función del régimen de entradas, siendo ambas prácticamente simultáneas en el tiempo.

Resulta que el agua de este gran lago subterráneo, que es el acuífero 23, no estaba estática, no estaba quieta, sino que circulaba con velocidad apreciable a través de las fisuras y poros de las rocas que forman verdaderos conductos por los cuales, aquélla salía a la superficie por numerosos manantiales en las riberas de los ríos, que manaba de forma muy acentuada en el aliviadero de los Ojos del Guadiana.

…Las causas principales de esta situación son varias. En principio, creo que se debe a que el Alto Guadiana dejó de prestar agua al acuífero de una forma continuada y natural cuando se construyó la presa del embalse de Peñarroya; después, el régimen de extracciones de agua del acuífero 23 ha ido en aumento en los últimos 20-25 años; y por último, y es un factor muy importante, también ha contribuido la escasez de lluvias de los últimos años. Unido todo esto hace que el río Guadiana discurra sin agua hasta las llamadas Tablas de Daimiel. Por estas causas, en febrero de 1987, el acuífero 23 fue declarado sobreexplotado, cuando ya los Ojos del Guadiana llevaban secos tres o cuatro años.

Esta situación de sequedad del Guadiana motivó el nacimiento de un negocio por la extracción de la turba existente en el cauce del río, lo que permitió el hallazgo arqueológico de una calzada romana que cruzaba el río en el paraje de Casas Altas. Pero, esta sequedad irremediable, también motivó que en la explotación del negocio turbero, varias empresas se disputaran su dominio particular con el dominio público, disputa que se resolvió mediante sentencia judicial, un tanto extraña, en primavera de 1990.

Según esta sentencia dictada por el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura, a favor de las industrias extractoras de turba en el cauce seco, los Ojos del Guadiana no existían ni habían existido nunca. Señala la sentencia que la situación actual "solo se explica si se consideran los ojos independientes del río Guadiana y que, por lo tanto, no forman parte del cauce del río". Este juez se ve que ignoraba la frase tan popular cuando alguien o algo desaparece y aparece, que dice: "eres como el Guadiana".

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